domingo, agosto 27, 2006

Sin noticias de las noticias

Agosto es un mes especialmente duro para los periodistas. Las noticias brillan por su ausencia y en las redacciones los redactores jefe se indignan continuamente por la falta de temas de sus periodistas. “Tráeme temas, tráeme temas”, son prácticamente las únicas frases que puedes obtener del que se cogió julio de vacaciones y ahora vuelve a su rutina periodística que no se adecua del todo a sus propias expectativas sobre la vida. Sí, aquí todos amamos el periodismo, pero luego cuatro pringados son los que se quedan siguiendo los temas a pleno sol. El problema es que en agosto no hay temas, y te las ingenies como te las ingenies, estrujándote el cerebro hasta exprimir el último reportaje que se te ocurra todavía es poco para los que manejan el cotarro informativo (el otro sólo lo mueve la poderosa mano del departamento de administración). Todos están de vacaciones, nadie te coge el teléfono, la gente está descansando en la playa, ergo no hay temas. Así va pasando el mes, entre las prisas que les gusta meter a los redactores jefe cuando no tienes más que hacer que esa triste noticia y a ti te gustaría deleitarte más en ella con el fin de hacerlo mejor, y dedicarle, por una vez, el tiempo que se merece una pieza informativa. Pero es imposible. Las rutinas de una redacción son sorprendentemente extrañas. Después de un año en una de ellas, todavía no me he conseguido acostumbrar a sus altibajos, a sus cambios de sección y a las decisiones que no entiendo y para las que nadie tiene respuesta.
El periodismo no está en crisis, está enfermo. Y los periodistas no somos antibióticos porque nuestras condiciones de trabajo cada vez dejan más que desear. Trabajamos en precario hasta en los más grandes medios, y todavía no nos hemos organizado para poner el grito en el cielo. En realidad es inaceptable. Nos hacemos eco de todas las quejas de todos los colectivos habidos y por haber, pero nunca las propias.

¿No sería la hora de movilizarse un poco?

Digo yo.

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